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La infidelidad no sale rentable, el fundador de Ashley Madison dimite

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Como fundador y primer ejecutivo de Ashley Madison, Noel Biderman (canadiense nacido en 1971), se enorgullecía de ser un magnate de la infidelidad, de la que podía sacar un beneficio económico muy lucrativo, como así se lo han permitido los casi 40 millones de usuarios repartidos por todo el mundo.

 

Sin embargo, la gallina de los huevos de oro de Biderman ha resultado ser más débil de lo que pensaba y durante el mes de julio un grupo de hackers autodenominado Impact Team robaba los datos de todos los usuarios registrados en la plataforma, lo que si bien siempre es un motivo de preocupación, en el caso del negocio de la infidelidad es precisamente el alma de todo el conjunto empresarial, aquello que se desea ocultar a pareja y familiares y que, desde ese momento, quedaba en manos de unos desconocidos.

Cuando mediáticamente el tema se enfriaba levemente, los responsables de Impact Team movieron la ficha más temida por responsables de la web y sus usuarios, los datos de todos los afectados fueron publicados en Internet y la doble vida de todos ellos era conocida por cualquiera que se interesara por ello.

Ya es con estos pasos una situación considerablemente grave en la que normalmente rodarían cabezas en cualquier empresa, pero el tema se ha vuelto mucho más serio, cuando se han recibido varias amenazas de extorsión por parte de los afectados, así como dos suicidios que parecen tener relación con la exposición de los datos publicados de usuarios.

La policía ha solicitado ayuda a otros hackers para identificar quiénes están detrás de Impact Team y criminaliza sus actos como si de terroristas se tratase. Por otra parte una compañía subsidiaria de Ashley Madison ofrece casi medio millón de dólares norteamericanos por obtener información fiable de quién está detrás de este ataque.

Biderman reconoce no sólo los errores cometidos en materia de seguridad, sino también su responsabilidad al frente de la empresa en un momento tan delicado, que debe desembarazarse de su figura para recuperar algo que parece impensable, la confianza de sus usuarios para guardar sus datos de confidencialidad.

Los afectados tienen claro que con unas disculpas y una dimisión no es suficiente y se han juntado en torno a dos bufetes de abogados, que han reunido reclamaciones por valor de 500 millones de dólares por indemnización. Definitivamente, que Biderman dimita es sólo lo mínimo que podría suceder ante este panorama.