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¿Por qué el teletrabajo no acaba de entrar en España?

teletrabajo

Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), solo el 27% de las empresas españolas optan por el teletrabajo, la modalidad de empleo que se realiza desde el mismo hogar del trabajador o a distancia. Según otro estudio de Adecco el teletrabajo en España habría retrocedido en los últimos tiempos: en los primeros meses de 2016 había 1,3 millones de teletrabajadores en España, 110.000 menos que dos años antes.

Sin embargo, todos los estudios lo señalan como una de las mejores opciones que ofrecen mayor productividad y permiten conciliar la vida laboral y personal, ya que ahorra tiempo en desplazamientos y posibilita atender mejor necesidades y obligaciones familiares.

Sin duda, comporta muchas ventajas, tanto para la empresa, como para el trabajador y la sociedad. Las empresas pueden ahorrar en gastos de desplazamientos y oficina, los empleados ganan en conciliación laboral y ahorran tiempo en desplazamientos y la sociedad se beneficia de una reducción de la contaminación.

Entonces, ¿por qué no acaba de imponerse en España?

Fundamentalmente, el  problema reside en las trabas regulatorias que surgen a partir de una falta de definición legal de esta alternativa de trabajo. Arancha de las Heras, en su libro ‘El teletrabajo en España: un análisis crítico de normas y prácticas’, señala que la regulación actual española es deficiente, que no deja claro cómo se ejerce el poder de la dirección, el control y la vigilancia empresarial y a prevención de riesgos laborales en esta modalidad laboral. Para resolver esta situación sería prioritario delimitar el concepto de teletrabajo, especificar características de tiempo y espacio que determinen una situación de teletrabajo.

Otro factor que influye en la escasa implantación del teletrabajo en España es el miedo de las empresas españolas a perder el control del horario de la jornada de sus empleados tal y como lo demanda la legislación española. Por otro lado, la falta de adaptación de empresas y trabajadores a esta nueva rutina y una deficiente planificación de objetivos, hacen que el teletrabajo fracase y que sea necesaria su presencia física en la oficina o lugar de trabajo.

Por último, todo depende también de la actitud que hacia el teletrabajo tengan el propio trabajador y su supervisor, y de la capacidad de organización conjunta. Las personalidades más independientes funcionarán mejor con esta modalidad de trabajo que aquellas que constantemente necesitan consensuar o validar sus tareas. Aunque hoy en día ya existen numerosas herramientas tecnológicas pensadas para la comunicación de equipos laborales que también permitirían realizarla sin necesidad de una presencia física.